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“Humanista es todo aquel que lucha contra la discriminación y la violencia, proponiendo salidas para que se manifieste la libertad de elección del ser humano”

. Silo.

El Humanismo Universalista o Nuevo Humanismo, es una corriente de pensamiento, un sentimiento y una forma de vivir, que se expresa en múltiples campos del quehacer humano. Aspira a humanizar la tierra mediante la construcción de una Nación Humana Universal.

El Humanismo Universalista se presenta “como conjunto de ideas, como quehacer práctico, como corriente de opinión y como posible organización que lleve adelante objetivos de transformación social y personal, dando acogida en su seno a particularidades políticas y culturales concretas sin que estas desaparezcan como fuerzas de cambio diferentes pero convergentes en su intención final”. (Silo: “La crisis de la civilización y el Humanismo”. En: Habla Silo).

Su característica es la de destacar la actitud humanista, antes que apuntar a proclamar ideologías. Por el contrario, se desarrolla como una perspectiva, como una sensibilidad y como un modo de vivir las relaciones con otros seres humanos.

Como actitud, el Humanismo Universalista sostiene la posición común del humanismo histórico, presente en distintos momentos y culturas, que puede resumirse así:

  1. la ubicación del ser humano como valor y preocupación central;
  2. la afirmación de la igualdad de todos los seres humanos;
  3. el reconocimiento de la diversidad personal y cultural;
  4. la tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado o impuesto como verdad absoluta;
  5. la afirmación de la libertad de ideas y creencia; y
  6. el repudio a la violencia. (Silo. “Qué entendemos hoy por Humanismo Universalista”, En: Habla Silo).

Como sensibilidad, el Humanismo Universalista apunta a la comprensión de que los seres humanos viven su existencia emplazados frente a un mundo en el que se encuentra con otros seres humanos, es decir, no solo vive rodeado de objetos sino que se relaciona con un mundo social, acompañado de otros seres humanos, quienes a igual que cualquier otro humano, tienen aspiraciones a ser felices, a buscar lo mejor para sus vidas y a contar con la libertad para alcanzar sus anhelos.

No se limita a proponer ni una “teoría” o una “idea” de la realidad. Ofrece una orientación como un modo de vivir, que permita a los humanistas que encarnan al Humanismo Universalista, llevar una vida coherente entre lo que piensan, lo que sienten y lo que hacen, superando estados de contradicción interna que conducen al sufrimiento mental y al dolor físico y enfermedades, por una parte, y a estados de violencia interna, que no terminan en la persona sino que tienden a afectar a quienes los rodean.

Por tal razón, su planteamiento no se inicia con cuestiones abstractas, propias de sistemas filosóficos del pasado. Muy al contrario, parte de un asunto de inmediata importancia en lo que toca a cada uno: “saber si queremos vivir y en qué condiciones queremos hacerlo”.

Es así como “Nuestra concepción no se inicia admitiendo generalidades, sino estudiando lo particular de la vida humana; lo particular de la existencia; lo particular del registro personal del pensar, el sentir y el actuar”. Nuestro punto de partida no se inicia “desde la materia, desde el inconsciente, desde la voluntad, etcétera. Porque cualquier verdad que se pretenda enunciar acerca del hombre, acerca de la historia, debe partir de preguntas en torno al sujeto que las hace”. Con lo que queda claro que nuestra mirada se dirige a ese “ser humano concreto que sufre, goza, crea y fracasa. Ese ser que nos rodea y que somos nosotros mismos, ese niño que desde su nacimiento tenderá a ser objetivado, ese anciano cuyas esperanzas de juventud han sido ya quebradas”. (Silo. “Pensamiento y obra literaria”. En: Habla Silo).

Así, pues, el Humanismo Universalista se plantea el problema de la vida humana, de manera muy clara y concreta. “Cuando me observo, no desde el punto de vista fisiológico sino existencial, me encuentro puesto en un mundo dado, no construido ni elegido por mí. Me encuentro en situación respecto a fenómenos que empezando por mi propio cuerpo son ineludibles”. (Pensamiento y obra literaria). Mundo significa “todo aquello distinto al propio cuerpo”, aunque de modo ingenuo las personas consideran “a su propio cuerpo como parte del mundo. Cuerpo y mundo son lo dado, lo fáctico, lo natural”. Además, me doy cuenta de que con mi cuerpo actúo en el mundo y que el mundo actúa sobre mi cuerpo. Esto es lo más básico que puede considerarse, es decir, que me encuentro en el mundo y me muevo en él, actúo en el mundo movido por una intención, pero también recibo la influencia de ese mundo; estoy abierto al mundo, estoy en comunicación con el mundo, no soy una unidad cerrada. No solo me siento a mi mismo, me doy cuenta de que existo, y también me doy cuenta de que existe lo que me rodea, que llamo mundo. Me reconozco como existente emplazado en un mundo.

Sin embargo, ese mundo que tengo frente a mí, que creo que se me enfrenta, pero del que no me puedo imaginar fuera de él, lo veo como poblado de objetos, asimismo me doy cuenta de que también hay otros seres semejantes a mí, también veo que hay otras personas, otros humanos. Dicho con más propiedad: “(…) ocurre que el mundo se me presenta, no solamente como un conglomerado de objetos naturales sino como una articulación de otros seres humanos y de objetos y signos producidos o modificados por ellos”. (“Pensamiento y obra literaria”, En: Habla Silo).

Puede distinguirse, entonces, que estoy emplazado en un mundo natural, constituido por cosas, y en un mundo social, del que forman parte los otros seres humanos. Y así como yo reconozco en mí pensamientos, sentimientos, recuerdos, deseos e intenciones, que forman parte de mi subjetividad, así también soy capaz de reconocer lo mismo en los otros seres humanos que me rodean. Todo esto lo reconozco porque veo que esos contenidos se expresan a través de manifestaciones corpóreas, a través de sus acciones, que comparo con las mías. Es así como reconozco que las otras personas también tienen sus propias intenciones como yo tengo las mías y que eso es propio de la condición humana y del mundo social; la intencionalidad no la encuentro en el mundo natural, a menos que nos expresemos con un lenguaje figurado, pero en todo caso me es muy difícil comunicarme con los objetos y mantener una relación con ellos como sí lo puedo hacer con otras personas. De modo que “(…) no estoy cerrado al mundo de lo natural y de los otros seres humanos sino que, precisamente, mi característica es la apertura”.

Los seres humanos (la existencia humana), porque tienen esta característica de apertura al mundo, son capaces de operar en él, y lo hace intencionalmente, es decir, con el deseo de alcanzar un objetivo. Y con esa intencionalidad puede seleccionar y afirmar ciertas condiciones y negar otras, lo que le permitiría alcanzar sus propósitos. De otro modo: “la existencia humana es libertad en cuanto afirmación o negación del mundo. La intencionalidad humana permite afirmar o negar condiciones y, por tanto, no ser simple ‘reflejo’ de ellas”. Además, “es desde la libertad donde el ser humano elige aceptar o negar las condiciones sociales en que nace, se desarrolla y muere”.

De manera que los seres humanos, naciendo en un mundo social constituido, se encuentran con condiciones sociales ya establecidas, sin embargo, es capaz de modificarlas; no es posible eludir la confrontación con esas condiciones sociales en que se vive y tampoco es posible no elegir entre ellas, sea aceptando el orden de cosas como se encuentran o luchando por cambiarlas. Y es aquí en donde se precisa una característica más del ser humano: su historicidad. El ser humano es un ser histórico, es decir, “la vida humana es historicidad, temporalidad, y en la comprensión de esa temporalidad está la clave de toda construcción histórica”. (Silo, Introducción, Obras completas).

El Humanismo Universalista sostiene que “El hombre es el ser histórico, cuyo modo de acción social transforma su naturaleza” (Silo. “Pensamiento y obra literaria”, En: Habla Silo). Así, los seres humanos nacen en un mundo (natural y social), en el que el acontecer de los fenómenos los afecta directamente. Pero por su intencionalidad, los humanos son capaces de planificar y organizar sus actividades en procura de transformaciones en su entorno para mejorar sus vidas; son capaces de ir transformando socialmente lo que inicialmente encuentran alrededor suyo como ya constituido. Es su intencionalidad lo que los hace ir siempre en busca de aquello que considera lo mejor para sí, transformando aquellas circunstancias que en su momento son insuficientes para su desarrollo. Esto dice, pues, que el ser humano es capaz de ir por encima de las condiciones iniciales en que empieza a existir, es un ser histórico-social.

Los seres humanos, pues, en su existir, confrontan situaciones sociales que le producen contradicción que a nivel individual se vive como sufrimiento. Tal contradicción social es el resultado de relaciones inhumanas en las que algunas personas, individual y colectivamente, niegan la humanidad de otros tomándolos como objetos del mundo de la naturaleza, tomándolos como objetos al servicio de sus pretensiones, negándoles su intencionalidad y su libertad, reduciéndolos a cosas entre cosas, puestas a su servicio, “naturalizando” a un sector de los seres humanos.

Esta contradicción social es producto de la violencia, que consiste en negar lo humano en el otro y se manifiesta en distintas formas: violencia física, violencia económica, violencia racial, violencia religiosa, etcétera. Esto es lo que da origen a la existencia de opresores y oprimidos, discriminadores y discriminados, es decir, la contradicción interpersonal.

En el actual momento histórico, el Humanismo Universalista señala:

“Los humanistas planteamos el problema de fondo: saber si queremos vivir y decidir en qué condiciones hacerlo.

Todas las formas de violencia física, económica, racial, religiosa, sexual e ideológica, merced a las cuales se ha trabado el progreso humano, repugnan a los humanistas. Toda forma de discriminación, manifiesta o larvada, es motivo de denuncia para los humanistas.

Así está trazada la línea divisoria entre el Humanismo y el Anti-humanismo. El Humanismo pone por delante la cuestión del trabajo frente al gran capital; la cuestión de la Democracia real frente a la Democracia formal; la cuestión de la descentralización frente a la centralización; la cuestión de la antidiscriminación frente a la discriminación; la cuestión de la libertad frente a la opresión; la cuestión del sentido de la vida frente a la resignación, la complicidad y el absurdo”. (Silo, “Visión actual del Humanismo”. En: Habla Silo).

Frente a este proceso de “naturalización” de unos sobre otros, producto de la violencia que ejercen unos sobre otros, que deriva en el sufrimiento personal y pérdida del sentido de la vida, el Humanismo Universalista expone la necesidad de emprender la lucha por la humanización del mundo natural y social, la Humanización de la Tierra, abriendo paso a la intencionalidad humana y a la libertad para la superación del dolor y del sufrimiento.

El Humanismo Universalista, además, reconoce que es la expresión desde hoy hacia un largo futuro: “no nos sentimos salidos de la nada sino tributarios de un largo proceso y esfuerzo colectivo; nos comprometemos con el momento actual y planteamos una larga lucha hacia el futuro”. (Silo. “Visión actual del Humanismo”, Habla Silo).

Nota: Para una visión más completa sobre estos temas, se le sugiere recurrir a la obra que dejamos referida y que puede obtener gratis bajándola del este sitio dando “clic” al título o ir a LIBROS y bajarlo desde ese lugar.

Silo (1996). Habla Silo. Recopilación de opiniones, comentarios y conferencias, 1969-1995).

Descargar Humanismo Universalista

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